Un reciente estudio científico internacional, con participación de investigadores de Australia, España e Italia, ha revelado una interacción fascinante entre las plantas y sus polinizadores. Según los resultados, las flores pueden detectar los sonidos producidos por las abejas, lo que desencadena una respuesta biológica que aumenta la producción de néctar y azúcar.
Las plantas «escuchan» a sus polinizadores
Aunque las plantas carecen de cerebro o sistema nervioso central, poseen mecanismos sensoriales capaces de captar estímulos externos. Este estudio demuestra que no solo responden a señales visuales u olfativas, sino también a estímulos acústicos. En concreto, las flores expuestas al zumbido de abejas como la Rhodanthidium sticticum —conocida como «abeja caracol»— aumentaron notablemente su volumen de néctar y concentración de azúcar.
Una coevolución más compleja de lo pensado
La zoóloga Francesca Barbero, de la Universidad de Turín y líder del estudio, explica que la relación evolutiva entre plantas e insectos polinizadores ha sido subestimada en términos acústicos. “Existe una creciente evidencia de que tanto insectos como plantas pueden detectar, generar y utilizar señales vibroacústicas para mejorar su interacción”, señala Barbero.
Reacción genética y discriminación sonora
Durante el experimento, los científicos también observaron que al percibir el zumbido de las abejas, las plantas activaban genes relacionados con el transporte de azúcares y la producción de néctar. A diferencia de otros sonidos ambientales o de insectos no polinizadores, las plantas reaccionaron selectivamente, demostrando la capacidad de diferenciar entre sonidos útiles y no útiles.
Adaptación sensorial y supervivencia
Aunque las plantas no “oyen” como los animales, pueden detectar vibraciones y responder a factores mecánicos como el tacto o la presión. Esta sensibilidad es parte de una estrategia adaptativa que optimiza la atracción de polinizadores beneficiosos, vitales para su reproducción y supervivencia.